Rodeada de altas montañas (la Sierra de las Cruces, la Sierra de Ajusco Chichinauhtzi, la Sierra de Guadalupe), y dominada en el sur por los Volcanes Iztaccihualt y Popactepelt, la ciudad de México fue construida sobre una isla del lago de Texcoco. En este lugar los Aztecas nómadas fundaron en 1325 su capital, Tenochtitlan, en el lugar en el que descubrieron el símbolo que buscaban desde hacía mucho tiempo: un águila posada en un cactus devorando una serpiente (imagen contenida en la bandera mexicana). En el siglo XVI los Españoles tomaron la ciudad de Tenochtitlan, la destruyeron y construyeron sobre este emplazamiento una nueva ciudad: México.

México se independiza en 1821, sin embargo la ciudad fue invadida sucesivamente por la armada de Estados Unidos en 1847, y por las tropas francesas en 1863. En el siglo XX se suceden las revoluciones: la Revolución Mexicana (1910-20), la guerra de los “Cristeros” (1926-29), la represión de las manifestaciones de los estudiantes en Tlatelolco (1968), la insurrección zapatista en Chiapas en 1994.

México es la tercera ciudad más grande del mundo (19 millones de habitantes). Se extiende por el valle de México a más de 2.300 metros de altitud. Esta vasta metrópolis de más de 2.000 kilómetros cuadrados comprende la capital mexicana y sus 16 distritos, así como 40 municipios diferentes del Estado de México. Solamente la capital reúne 8,8 millones de habitantes, presenta un alto índice de natalidad y un flujo de población proveniente de los campos y de otras ciudades mexicanas. Sin embargo el tamaño de la megalópolis representa al mismo tiempo una debilidad. Cada día 2 millones de vehículos invaden los 10.000 kilómetros de calles, provocando gigantescos atascos y problemas crónicos de contaminación.

La población creció el doble entre 1970 y 2000, a pesar de la emigración hacia Estados Unidos, que juega un importante papel en su evolución. Desde un punto de vista etnológico conviene precisar que el 60 % de los mexicanos son personas mestizas, es decir descendientes a la vez de los colonizadores españoles y de los indígenas. Otro porcentaje de mexicanos desciende de los Europeos, principalmente de los Españoles, llamados en México “criollos”, y también de los Franceses y Alemanes emigrados a México a finales del siglo XIX y principio del siglo XX, a los que hay que añadir diversas comunidades: Libaneses, Chinos o Japoneses entre otros. Un “melting-pot” que Le Clézio describe así: "[…] on était dans le cratère du futur, dans une caldeira bouillonnante où tout pouvait arriver, les mélanges des races, des mythes, des intérêts" (R, 438).

La ciudad del siglo XIX, entre la Alameda y Chapultepec, se encuentra en plena renovación: los altos edificios de cristal y acero, los rascacielos, sustituyen a los inmuebles de estilo neoclásico. Los barrios de lujo – que intentan mantener su encanto – contrastan con los barrios marginales que albergan a millones de habitantes en barracas edificadas a lo largo de senderos llenos de barro, lo que proporciona a la ciudad una imagen de pobreza.

México en la obra lecleziana: bajo el signo de la antítesis

Le Mexique fut mon choc fondateur. C’est le pays de la vraie révolution. Quand j’y ai débarqué pour la première fois, en 1967, j’avais le sentiment d’avoir sous les yeux la révolution à chaque instant. Je n’oublierai jamais ces familles de migrants qui, chassées par la misère, montaient vers le nord et traversaient le continent dans l’espérance vaine de passer sous le grillage pour trouver un travail aux États-Unis. (Garcin, 2003, 3)

La ciudad de México en la obra de J.M.G. Le Clézio presenta luces y sombras, es una ciudad de contrastes que se acentúan con el paso del tiempo. El ​​ México que sirve de escenario a la historia de amor de Diego y Frida (1993) no es el mismo que el que descubrió el autor de esta biografía novelada durante su estancia en 1968:

Á la fin des années 20, la ville de Mexico n’est pas encore cette métropole monstrueuse de la modernité, sinistrée par la pauvreté, asphyxiée par les usines et la circulation automobile, sorte d’enfer du futur où la destruction fait office de fatalité. C’est une capitale tropicale où l’on respire l’air le plus pur du monde, « la zone la plus transparente de l’air » […] où se dressent, au bout des grandes rues centrales, les cimes enneigées des volcans, où les patios intérieurs des anciens hôtels espagnols bruissent de fontaines, de musique, du froufrou léger des colibris. Où chaque soir, sur l’Alameda, se promènent les couples d’amoureux, et les rondes de jeunes filles à robes longues et à cheveux enrubannés. (D&F, 81)

Este libro concede un gran protagonismo a la Casa azul de Cayocán, convertida en Museo Frida Kahlo, así como a diversos lugares: Ministerio de la Educación, Escuela de agricultura de Chapingo, Escuela Preparatoria, donde Diego Rivera realiza sus pinturas murales, también presente en Révolutions.

No obstante será mucho más tarde, en la novela Révolutions (2003), de marcada inspiración autobiográfica, cuando Le Clézio –que residió bastante tiempo en México –enmarca una ficción en la ciudad de México, de la que realiza una descripción en claroscuros… Révolutions, “[c]e gros libre des fuites” (Garcin, 2003, 4) narra el errar de Jean Marro, en busca de su identidad: de Niza a Londres, de Londres a México, vuelta a Francia y finalmente a la isla Mauricio. El periplo del protagonista se presenta al mismo tiempo como una autobiografía, una novela de aprendizaje, un diario de viaje y un diario íntimo. En este relato híbrido se cruzan y se superponen a la vez varias historias que tienen como tela de fondo las revoluciones a lo largo de la Historia… o la historia de las revoluciones: la Revolución francesa, vivida por el antepasado de Jean Marro, la rebelión de los Cimarrones en la isla Mauricio, relatada por la esclava Kiambé, la revuelta y matanza de los estudiantes en Tlatelolco en 1968, corren paralelas a la masacre de los Aztecas.

En Révolutions (2003), el capítulo consagrado a México es breve, pero de crucial importancia en la economía de la narración. El título de esta parte, “Une frontière” (R, 433), título polisémico que se refiere por una parte a la frontera geográfica donde los emigrantes mexicanos intentan pasar a Estados Unidos, huyendo de la miseria, y por otra parte a la frontera en la vida de Jean Marro. En efecto esta etapa se presenta simbólicamente como la apertura a otra realidad, la prueba por excelencia en su recorrido iniciático.

La primera parte (435-448) describe el itinerario de Jean Marro descubriendo la ciudad de México. Pero tras este “il” se desvela la imagen del autor que revive y recrea sus propias experiencias, su visión de la ciudad y de las calles más emblemáticas:

Mes livres mettent toujours en scène des moments de mon histoire […] j’ai inventé Jean Marro pour ne pas avoir à écrire je. Il me ressemble beaucoup, mais ce n’est pas moi. Disons que Jean est un frère jumeau dont je ne peux pas me détacher mais dont je peux à tout moment m’éloigner… (Garcin, 2003, 2)

El incipit del capítulo: “La colonia Guerrero était l’endroit rêvé pour changer de peau” (R, 435) introduce la descripción de un espacio connotado positivamente a priori. Este barrio popular de la ciudad es un “quartier sympathique” (R, 435), y Jean “avait appris à aimer la routine de la vie à la colonia Guerrero” (R, 437).

El movimiento frenético de la multitud, los ruidos ensordecedores de la ciudad de México se repiten como un estribillo: “Les groupes affairés sortaient des bouches du métro […], les gens couraiet sur la chaussée […] Les enfants de la rue couraient entre les voitures aux carrerfours", "la rumeur de la circulation au-dehors, les embouteillages sur Isabel la Católica, les coups de klaxon des taxis" (R, 438), "[…] étourdi par les bruits des moteurs, par le mouvement de la foule" (R, 439). El dinamismo y el ruido contrastan con los momentos de tranquilidad, de serenidad, al principio y al final del día:

C’étaient les deux moments de la journée que Jean préférait, quand cette ville cessait de battre de sa pulsion frénétique, et que tout ralentissait comme une fièvre, se résorbe, et que l’air devenait plus tendre, plus doux. Il y avait d’abord le matin, vers huit heures, quand Jean sortait de chez lui pour aller chercher du pain à l’angle de Guerrero […] L’autre moment, c’était à la tombée de la nuit, dans un crépuscule de perle grise, quand les gens s’attardaient avant de rentrer chez eux, flânant dans Mosqueta […] (R, 493)

El silencio, la penumbra, "le passé exhumé dans tous ces livres" (R, 438), libros que Jean lee en la biblioteca de la calle Argentina, ​​ contribuyen a resucitar los momentos de felicidad con la tía Catherine: "C’était un peu l’impression ​​ qu’il ressentait autrefois à écouter la tante Catherine parler de Rozilis" (R, 439).

La intrusión de las palabras españolas en el espacio textual pone de relieve la pintoresca vida cotidiana en México e introduce una poesía específica. Escogeremos como ejemplo el vocabulario de la comida: la "comida corrida" (R, 436), un almuerzo compuesto por tres platos, inspirado en los tres tiempos de las corridas (generalmente una sopa para el primer tiempo, arroz o pastas, o incluso una ensalada para el segundo, y finalmente un plato principal – se ofrecen tres o cuatro opciones – para el tercero); o la "mélancolie" de "ce bruit strident et descendant de la sirène du marchand de tamales" (Ibid.); “tamales” es el ​​ nombre que se da a varios platos de origen indígena, cocidos al vapor y envueltos en hojas de mazorca de maíz.

A la visión algo idílica de la colonia Guerrero responde en eco la "métaphore géographique" (Gabrielle Althen, 1989, 131), la "lumière" del magnífico paisaje ofrecido a la vista del protagonista y que contrasta con fuerza con la "ombre" de la "métropole monstrueuse" (D&F, 81):

Je crois que tu aurais bien aimé ça. Tout ce gris, les crépuscules qui n’en finissent pas, la brume qui efface tout. Les montagnes autour […] Les volcans partout au sud, j’ai écrit pour toi les noms, en suivant la chaîne qu’ils forment autour de Mexico, comme un collier que je voudrais t’offrir […] (R, 485)

Ciudad de contrastes, ciudad Jano… El narrador descubre la ciudad de los inmigrantes cuando emprende la búsqueda de las huellas de los Ruiz. Choca con la realidad terrible de la ciudad de Naucalpan donde los inmigrantes se ven obligados a vivir en las condiciones miserables de los suburbios:

[…] Naucalpan, c’est là que les migrants économiques aboutissent quand ils ne savent plus où aller. Ils n’ont pas de choix. Ou bien ils retournent vers le village qu’ils ont quitté, ou bien ils acceptent qu’on les envoie à Naucalpan dans le bidonville. (R, 463)

Sin embargo le gusta que México sea una ciudad cosmopolita, animada y ruidosa, en la que cohabitan varias razas:

Et aussi, avait-il rêvé […] les mélanges des races, des mythes, des intérêts. Semblable à Londres, mais vaste comme un pays entier, avec des rues longues de cent kilomètres, des tours, des ruines, des champs abandonnés, des pyramides […] et surtout cette foule en mouvement, ne s’arrêtant jamais […] cette foule sombre, obstinée, trapue, difforme, par moments si belle, visages de statues antiques […] parfois laide, mendiants, culs-de-jatte […] (R, 470)

La figura de la antítesis concierne también a las relaciones entre las diversas poblaciones. Por una parte, el odioso Rollès-Lalanne, instalado en "sa tour d’ivoire" (R, 471) representa a las personas de condición alta, la sociedad "afrancesada" (R, 480) que menosprecia a los Indios, en un ambiente en el que predominan la indiferencia, la frivolidad:

[…] comme Jean lui parlait des descendants des Aztèques vivant misérablement au Guerrero, Rollès-Lalanne a eu un ricanement dédaigneux : « Des clochards, des vagabonds, a-t-il dit. Tant que ce pays ne sera pas débarrassé des Indiens, il traînera le poids du sous-développement » (R, 473).

Marina Salles señala con acierto la hipocresía de este personaje, "riche homme d’affaires peu scrupuleux, collectionneur passionné d’art pré-hispanique et cependant plein de mépris pour les descendants des Aztèques" (Salles, 2006, 83). Le Clézio lleva a cabo de esta manera la "dénonciation de la xénophobie exercée à l’égard des descendants du peuple aztèque" (Cavallero, 2009, 305). Esta sociedad de privilegiados choca brutalmente con la otra realidad social encarnada a la vez por Ruiz y su familia, que huyen de la miseria y la pobreza, refugiados en las chabolas de Naucalpan en la enorme periferia de México, personifican los movimientos migratorios - "il était de l’État de Veracruz, il était parti pour chercher du travail dans le Nord […] ils n’avaient plus d’argent pour continuer leur route" (R, 446) - , y por los Indios Pamela y Joaquín:

Elle [Pamela] avait ses racines dans les montagnes autour de Mexico, elle était ​​ liée à cet endroit par des siècles d’endurance, d’injustice. Elle n’était pas simplement une jolie Indita (petite Indienne) […]

[Joaquín] l’air très indien, un peu callejero (de la rue) (R, 442)

Ambos representan a los estudiantes sublevados que sobreviven a la masacre de Tlatelolco, y que finalmente consiguen pasar la frontera tras un largo periplo: "ils essaient de passer sous le fil de fer de la frontière, à Nogales, à Juarez" (R, 463). Parten a la aventura, huyendo de la injusticia, la intolerancia, en un "car [qui] les emportait dans un paysage de fantasmagorie" (R, 493 hacia una nueva vida que les llevará a Denver, en Colorado. Y, tal y como los hombres azules de Désert (1980), "Ils disparaissent" (R, 498).

Maria Luisa Bernabé Gil

 

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

ALTHEN, Gabrielle, “Narration et contemplation dans le roman de Le Clézio », Sud nº 85-86, Marseille, 1989, p. 129-145 ; CAVALLERO, Claude, Le Clézio témoin du monde, Clamecy, Calliopées, 2009 ; Encyclopédie Larousse, Mexico (s.d.) http://www.larousse.fr/encyclopedie/ville/Mexico/133004, consulté le 9 mai 2016 ; Encyclopédie Larousse, Mexico (s.d.) http://www.larousse.fr/encyclopedie/divers/Mexique_histoire/187027, consulté le 9 mai 2016 ; France Diplomatie, Mexique, http://www.diplomatie.gouv.fr/fr/dossiers-pays/mexique/presentation-du-mexique/article/geographie-et-histoire-108465, consulté le 9 mai 2016 ; GARCIN, Jérôme, « Les révolutions de Le Clézio », http://bibliobs.nouvelobs.com/romans/20081009.BIB2166/les-revolutions-de-le-clezio.html, consulté le 15 avril 2016 ; Gran Enciclopedia Larousse, Barcelona, Editorial Planeta, 1992 ; LE CLÉZIO, J.-M.G., Diego et Frida, Paris, Gallimard, coll. « Folio », Éd. Stock, 1993 ; Révolutions, Paris, Gallimard, 2003 ; SALLES, Marina, Le Clézio. Notre contemporain, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2006.