Durante una mesa redonda llevada a cabo en la Isla Mauricio, el 19 de junio del 2013, J. -M. G. Le Clézio declaraba : « Los diccionarios, las enciclopedias son herramientas maravillosas para formar el espíritu1 ». Este interés por los diccionarios demostrado en el paratexto, remonta a la infancia y en particular al descubrimiento, en la biblioteca de su abuela, de esta extraña obra : Diccionario de la conversación. El autor confía a Gérard de Cortanze : « A este le debo mis más grandes emociones de mi infancia. Esta obra poco atractiva, escrita en gran parte en un francés obsoleto, me parecía como hecho de la materia misma del sueño. ¡Y que sueño extraordinario ! Era un mundo en un libro » (2000, 34) De estas alegrías de las lecturas de la infancia, la obra ficticia deja huella : el narrador de « Fascination » recuerda su placer de « subir la escalera de su abuela y desaparecer en un sillón para leer los diccionarios mirando la luz del sol » (P, 119), y es en L’Astronomie Populaire [La Astronomía Popular] de Flammarion donde Daniel Sillitoe descubre « el país imaginario » de Urania.

 

Diccionarios y enciclopedias abren completamente las puertas del mundo, de lo diverso, de un saber sin fronteras al niño que el contexto de guerra forzó al encerramiento en la casa de Roquebillières, o al adolescente con poco espacio en el ambiente sofocante de la ciudad de Niza. Estas obras constituyen el origen de esta erudición cultural y lexical de la cual Jean Onimus realza la envergadura y la diversidad : « Para leer bien a Le Clézio, es necesario disponer de un Atlas, de una flora mundial, de buenos libros sobre las Mascareñas, sobre África, especialmente sobre Marruecos y Mexico » (1993, 172). Una erudición muy alejada al fin de cuentas de toda pedantería, ya que impulsando lo imaginario, nutriendo la fantasía, participa intensamente de la actividad creadora.

 

El escritor se distingue por esta aptitud de hacer de la palabra la llave maestra que abre del otro lado de lo que está delimitado, las fronteras, incluso lo real : « Il y a tant de force cachée dans les noms. Ils se gonflent et vibrent comme des bulles. Ils peuvent d’un seul coup nous transporter au fond de la Sibérie, au centre de l’Océan Indien ou à Calcutta. Les gens ne se doutent pas de ce qu’il y a dans les noms » (VAC, 200).

 

El Diccionario responde a este placer carnal por la sonoridad de las palabras, perceptibles en las listas que llenan los primeros libros : enumeración en La Guerra, nuevos textiles derivados de la industria química con sus nombres de « pastor[es] griego[s] » (Barthes), declinación cómica de toda clase de coleccionistas en Terra Amata, inventario de plantas bajo los nombres latinos en La Cuarentena, retahíla de nombres de estrellas en Le Chercheur d’or [El Buscador de oro] y de Urania

 

Liberados de los límites y de las opresiones impuestas por la sintaxis y la exigencia del significado, las palabras en el estado neutro, « en el estado puro », las palabras del diccionario se levantan en su riqueza y en su indigencia. « Ricas de todo su pasado » – ​​ etimología, historia de la lengua, evolución gráfica, también lo son « de su porvenir » : empleos nuevos, en sentido propio y figurado, derivación, connotaciones de la lectura. Pobres de su falta de encarnación, representan la posibilidad incluso de la literatura : « Es cuando están tan cerca de la muerte que las palabras están profundamente en la vida. Son el comienzo. » escribe J. –M. G. Le Clézio en L’Extase matérielle [El Éxtasis material] (40).

 

La redacción de un Diccionario Le Clézio parece así un proyecto en perfecta congruencia con el enfoque creador del escritor. A condición de no paralizar en el tiempo una obra que se está elaborando siempre y de no empobrecer la polisemia por exceso de racionalismo, una obra tal responde a una triple necesidad. El objetivo es hacer un balance de los conocimientos sobre una producción literaria rica de unos cincuenta libros – novelas, novelas cortas, ensayos, sin hablar de los artículos y prefacios – , y que han dado lugar a numerosos trabajos de investigación en el mundo, contribuir a la elaboración del léxico al que llamaba con sus deseos Jean Onimus y dar informaciones sobre ciertos realia de los cuales se inspira el autor que se documenta y explora archivos.

 

Deseamos que este diccionario acompañe el paseo de los lectores de J. –M. G. Le Clézio en « el bosque de su obra » (Umberto Eco). Cada entrada está pensada como « un principio », una invitación a pasearse en los amplios senderos que dibujan los lugares específicamente de Le Clézio, las obras y los temas mayores. O los senderos menos señalados descubriendo « la fuerza desconocida » de las palabras raras o insólitas, de los nombres enigmáticos, que testifican la curiosidad universal de J. –M. G. Le Clézio, celebrado por el Jurado del Premio Nobel, y de la inscripción concreta y precoz de la interculturalidad en sus escritos.

 

 

Marina Salles (Octubre 2013)

Traducción Yonay Constansa Pinto

 

 

1 Esta mesa redonda sobre el tema del viaje, en presencia de J. –M. G. Le Clézio, Issa Asgarally et Martha Van Der Drift tuvo lugar en los jardines del Hotel La Pirogue en Flic en Flac.

cf. http://www.associationleclezio.com/index.html