Volcan Paracutin

El Paricutín es un volcán ubicado en México, en el estado de Michoacán, a alrededor de 300 kilómetros al oeste de la Ciudad de México, capital del país. Alcanza una altura de 2774, 2808, 3170 o incluso 3174 metros, dependiendo del borde de su cráter (a unos 424 metros arriba de las tierras circundantes). Se presenta bajo la forma de un cono volcánico con pendientes escarpadas y flujos de lava. Hoy en día, el Paricutín forma parte de un grupo de 1.400 volcanes que conforman el campo volcánico de Michoacán-Guanajuato.

 

El volcán Paricutín nace a lo largo del día del 20 de febrero de 1943. Ese día, mientras acaban de terminar la jornada de trabajo y se disponen a volver a su casa, Dionisio Pulido y su esposa Paula Rangel, propietarios de un maizal situado en un lugar llamado "Cuitzyutziro", son testigos de las primeras apariciones de la lava del volcán, lo que constituye en su primera erupción y marca su nacimiento. En 24 horas, y tras varias explosiones, un cono de 30 metros de altura emerge en el campo. Desde entonces, la altitud del volcán seguirá aumentando. Así, al tercer día, es decir el 23 de febrero de 1943, el Paricutín mide 60 metros de altura. El 26 de febrero de 1943, mide 120 metros, en agosto de 1943, 350 metros, antes de alcanzar, en marzo de 1952, una altura de 424 metros. Es durante este mismo año 1952, y más precisamente el 4 de marzo, que ocurre la última aparición de lava del volcán, marcando el final de su erupción.

 

Esta erupción, habiendo durado nueve años, lo convierte en uno de los volcanes más jóvenes del mundo, la edad de un volcán siendo determinada por la duración de su erupción. Duración que también lo convierte en uno de los más conocidos del mundo. De hecho, el Paricutín es uno de los únicos volcanes de los cuales se pudo, por un lado, asistir al nacimiento, y, por otro lado, seguir la actividad desde sus primeras corrientes de lava hasta el final de su erupción. Lo que explica por qué ha suscitado el interés de varios científicos, principalmente geólogos y vulcanólogos, a lo largo del siglo XX.

 

Dos pueblos serán destruidos durante esta erupción: el pueblo de Paricutín, que dio su nombre al volcán por su proximidad a este, y el pueblo de San Juan Parangaricutiro, donde la corriente de lava que cubrió todo el pueblo dejó sólo el campanario de la iglesia, siendo hoy todavía visible.

 

Designado como una de las siete maravillas de la naturaleza en una lista elaborada en 1997 por la cadena de noticias Cable News Network (CNN), el volcán Paricutín sigue siendo un importante sitio turístico en México aunque ahora haya menos turistas que en los años de su erupción y los que siguieron el final de su actividad donde es posible llegar a la cumbre por un sendero pedestre. También es objeto de una peregrinación anual como parte de una importante fiesta religiosa organizada por los habitantes de San Juan Nuevo, una ciudad reconstruida para los damnificados por la erupción del Paricutín, situada a unos diez kilómetros al sudeste del volcán. Prueba de que el volcán sigue aún presente en la mente de la población local.

 

Es en 1946 y al descubrir en el Geographical Magazine algunas fotos del Paracutín, que JMG Le Clézio, de 6 años de edad, se entera de la existencia de este volcán. Atrapado en un ensueño que nunca lo abandonará, decide establecerse en Jacona, un pueblo ubicado al pie del volcán, treinta años más tarde, en 1976, por un período de diez años.

 

La Guerra contiene la primera evocación del surgimiento del Paricutín, asociada a diferentes imágenes del espacio-tiempo original del nacimiento: "Si el universo está en proceso de nacimiento perpetuo, es quizás sólo esto, el huevo. Es el punto en el que el aerolito cae sobre el campo de polvo, o el tipo de hervor que la lava ha hecho aparecer en la llanura, llamado Paricutín" (G, 66).

 

En Ourania, el geógrafo Daniel Silitoe, cuya misión es elaborar un listado pedológico del valle de Tepalcatepec, situado al pie del Paricutín, menciona dos veces el volcán. La primera vez ocurre en el cuaderno de campo donde Daniel Silitoe anota sus observaciones del paisaje a lo largo de la ruta que lo lleva del Paricutín al valle de Tepalcatepec. En el primer día de este itinerario, señala, agregando a la precisión científica de la observación, la dimensión concreta y sensorial de la experiencia de los lugares:

Angahuan, 18/11. Tiempos oscuros. Mercado en las calles del pueblo. En la plaza un altavoz emite un vals. Contacté con Salvador (mi guía, 43 años), que se sabe de memoria la historia del volcán (su medio de vida). Habla de los terremotos, la lluvia de cenizas, la lava desbordante y el bosque en llamas. Bajamos a Parangaricutiro alrededor de las 10 de la mañana. Crucemos parte del deslave, no lejos de la torre de la iglesia milagrosa, en los huecos veo ofrendas de flores. Continuado por un camino excavado en la lava. A eso de las 4 de la mañana estamos en el fondo del volcán (el altímetro ya indica 2000 metros). El cono es perfecto, escotado al noreste por el flujo que destruyó el pueblo en el 43. Salvador me lleva a través de la lava en forma de aguja a la "curiosidad": a 500 metros del cráter, la mazorca (la mazorca de maíz), una bomba volcánica en forma de huso de 2 metros de altura. Empezamos a subir, en la ceniza, la lava quemada, el salitre. Fuerte olor a azufre. Toco la ceniza, todavía me parece caliente, probablemente debido a la reverberación solar. (OR, 339-340)

 

La segunda ocurrencia es introducida por Don Tomás, el director del centro de investigación El emporio, cuando evoca sus recuerdos de infancia relacionados al nacimiento del volcán: "Recordó el nacimiento del volcán Paricutín cuando tenía diez años. Su padre lo había llevado en coche al borde del acantilado donde vio a la enorme bestia negra vomitando su lava en medio de los maizales, y el cielo de color ceniza" (OU, 74).  ​​​​ Se puede pensar que Le Clézio refiere, en este extracto, a su propio descubrimiento del Paricutín a través de las fotos que miró cuando tenía seis años. ¿Pero no es también una forma de decir al lector que a él también le hubiera gustado, de niño, observar el nacimiento del Paricutín desde el borde de los acantilados mexicanos, con la sensación de acercarse al misterio de la creación?

 

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Pierre-Louis Ballot

​​ Traducción Jean-Pascal Bilodeau

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BARDZINTEFF, Jacques-Marie, Volcanologie (4e édition), Paris, Dunod, coll. Sciences Sup, 2011 ; CORONA-CHAVEZ, Pedro, « Paricutín : una de las doce maravillas naturales del mundo », Mexico, Universidad de Michoacán URL : http://paricutin.umich.mx/Paricu22.pdf, consulté le 11 janvier 2016 ; DE CORTANZE, Gérard, J.-M.G. Le Clézio, Paris, Gallimard, coll. Hors série Littérature, 2009 ; DERRUAU, Max, « Le Paricutín, enseignements d’un volcan contemporain », Revue de Géographie alpine, Grenoble, Vol. 39, n°2, p. 325-330, 1951 ; LE CLÉZIO J.-M. G., La Guerre, Paris, Gallimard, Le Chemin, 1970 ; LE CLÉZIO, J.-M.G., Ourania, Paris, Gallimard, Folio, 2006 ; TANGUY, Jean-Claude, Les volcans, Paris, Gisserot, coll. Mémo Gisserot, 2008.

 

 

[légende de la photo : cf article en français]

El volcán Paricutín

Foto realizada en 1994 por : Karla Yannín Alcázar Quintero.